17 Temmuz 2017 Pazartesi

El increible Hundiemiento del Titanic Historia Oficial



Destras de la trágica historia del Titanic existen varias historias e hipotesis de su undimiento, alguna de ellas terminaron siendo parte de la historia oficial del hundiemiento del Titanic pero mas de 100 años después de su hundimiento, el Titanic, sigue siendo un gran misterio para muchos, con confabulaciones a todo nivel para algunos y con miles de dudas tras los juicios a muchos de los tripulantes de la nave luego de su hundimiento.La historia oficial podría no ser verdaderamente lo que sucedió pero lo que sabemos y conocemos como la historia oficial del hundimiento del Titanic es lo que hablaremos en esta ocacion, puedes entrar aquí para leer las otras teorías sobre el por que se hundió el Titanic.


El Titanic fue el barco mas famoso de la historia, donde el lujo y la codicia del hombre partieron desde Southampton a Nueva York en lo que seria el viaje mas famosos, rápido, como y novedoso de la época.pero solo navego durante cuatr dias y medio y se hundió en dos horas y 40 minutos después de chocar con un iceberg y donde terminarian muriendo mas de 1.500 personas.


El Titanic el barco Isumergible  

 El Titanic tenia  53 metros de altura, un peso neto de unas 46.328 toneladas, y podía navegar a una velocidad máxima de 22,5 nudos (unos 42 kilómetros por hora) gracias a sus 55.000 caballos de fuerza , desplazando más de 50.000 toneladas de agua a su paso

El Titanic tenia casco de doble fondo dividido en dieciséis compartimentos estancos, nadie era capaz de prever algo peor que un accidente que pudiese destrozar dos o tres de las mamparas que formaban dichas divisiones. El barco hubiese permanecido a flote hasta con cuatro compartimentos inundados.

Un barco donde los ricos podían sentirse aún más ricos y los pobres un poco menos pobres

A todo el lujo que el Titanic traía con sigo se le sumaba una publicidad que ensalzaba la seguridad del Titanic, el barco era presentado como el barco «insumergible ». El ingeniero que lo diseñó, Thomas Andrews, consciente de que la empresa desafiaba lo desmesurado, aplicó extraordinarios avances en materia de seguridad.

La Historia comienza el 10 de abril con su partida desde Southampton en su viaje inaugural hacia New York

El 10 de abril de 1912, tras meses y meses de publicidad y rumores, el Titanic zarpó desde Southampton en su viaje inaugural, con destino a Nueva York. Ismay y Andrews iban a bordo para supervisarlo todo y que las cosas salieran lo mejor posible. El capitán era Edward Smith, un experimentado marino de la White Star que ya había pilotado el Olympic, hermano gemelo del Titanic, que llevaba un año haciendo la misma ruta.Luego de partir en Southampton, el Titanic hizo escala en Cherburgo (Francia) para que embarcasen más pasajeros, y al día siguiente hizo escala en Queenstown (Irlanda), donde embarcaron pasajeros de tercera clase y el correo.

Debido a las obsoletas normas de seguridad de la época el Titanic sólo portaba botes salvavidas para 1178 pasajeros,5​ poco más de la mitad de los que iban a bordo en su viaje inaugural y un tercio de su capacidad total

Sobre las 22:30 h del 14 de abril de 1912, con una noche estrellada y un mar excepcionalmente tranquilo, al no haber novedad, el capitán Smith se retiró a su camarote, siendo relevado por el primer oficial William Murdoch.

A las 23:40 del 14 de abril, cuatro días después de partir y a unos 600 km al sur de Terranova, el Titanic chocó contra un iceberg. 

Faltaban 20 minutos para la medianoche cuando el vigía Frederick Fleet advirtió la cercanía de un iceberg, apenas perceptible pues ni tan siquiera había espuma en su línea de flotación, debido a que ninguna ola chocaba contra aquel gigantesco témpano porque el mar permanecía en una calma casi irreal. El bloque de hielo era sólo una sombra que se superponía sobre una noche asombrosamente llena de estrellas, aunque sin luna. Fleet informó de inmediato a Murdoch, que dio la orden de virar a babor y, apenas unos segundos después, de detener los motores. De esta forma se logró evitar la colisión y hielo y acero tan sólo se rozaron por el costado de estribor. Pero las consecuencias de ese ligero contacto serían fatales.

Una herida mortal
El incidente apenas se notó a bordo. Algunos pasajeros sintieron una ligera vibración que recorrió toda la espina dorsal del barco desde la proa hasta la popa. Otros contemplaron, con más curiosidad que temor, el paso del gigante de hielo, del que se desprendieron varios fragmentos que acabaron en la cubierta, y con los que incluso algunos estuvieron jugando o bromeando sobre si añadirlos a su whisky. Las lámparas de cristal tintinearon y algunos objetos cayeron de unas pocas mesillas de noche. El extraño y breve sonido que se produjo mientras el hielo rajaba el casco unos cinco metros por debajo de su línea de flotación no provocó inquietud; algunos miembros de la tripulación pensaron que quizá se debía a la rotura de alguna aspa de las tres gigantescas hélices de la nave.

Las consecuencias de ese ligero contacto serían fatales

Aunque Smith fue informado rápidamente, no se empezaron a tomar medidas de rescate hasta unos treinta minutos después del encuentro, cuando el ingeniero Andrews confirmó con números exactos que al Titanic le quedaban dos horas escasas de vida sobre el agua. Y es que si el barco hubiera chocado de frente con el resultado de un gran impacto, todo el pasaje se habría despertado e inmediatamente habría tomado conciencia del peligro que corría. Las tareas de evacuación podrían haberse acelerado, sobre todo teniendo en cuenta que en los veinte botes salvavidas no cabían todos los pasajeros.

Pero el pánico no estalló. Hubo algo de ilusorio en esa primera hora, durante la cual algunos pasajeros estuvieron bromeando con lo que sucedía. Nada ni nadie les indicaba la gravedad de la situación, y la orden del capitán –tal vez cuestionable, pero en modo alguno descabellada– fue evitar el pánico a toda costa para no empeorar las cosas, si es que las cosas hubieran podido empeorar. Hubo pasajeros que ni siquiera creyeron posible que un barco insumergible se pudiera hundir, y se desentendieron hasta de ponerse el chaleco salvavidas que los camareros empezaron a repartir. El hecho de que se pidiera a la orquesta que amenizara la huida sin duda aumentó la sensación de que no existía una amenaza insalvable.

Error tras error, se estaba abocando a la muerte a cientos de personas

Como consecuencia de todo este desconcierto, los dos primeros botes que bajaron del Titanic, 25 minutos después de la medianoche, lo hicieron a la mitad de su capacidad. Error tras error, se estaba abocando a la muerte a cientos de personas al compás de los acordes de la orquesta, la cual, con total entereza, siguió tocando piezas musicales hasta el final.

Tanto el capitán Smith –casi inoperante debido a lo afectado que estaba– como el ingeniero Andrews usaron megáfonos para intentar que las lanchas regresaran y llenarlas por encima de su capacidad. Pero los que estaban lejos no volvieron. A la distancia a la que se hallaban, ellos debieron ser los más conscientes de que el Titanic, con todas sus luces encendidas, empezaba a estar más dentro del agua que fuera, en especial la proa. Nadie se iba a acercar para ser engullido como el resto del pasaje que aún quedaba en el barco, o arrastrado por el efecto de succión que provocaría el hundimiento de semejante mole.

Los telegrafistas no paraban de enviar mensajes pidiendo auxilio y se lanzaron cohetes para avisar a otros barcos cercanos de la desesperada situación del Titanic, pero no se ha demostrado que sus luces se correspondieran con las señales correctas. Esto se suma a otras deficiencias que se han apuntado, como la falta de binoculares en el puesto de los vigías, que al parecer sólo pudieron contar con su vista enturbiada por el frío. Sin embargo, todas estas consideraciones tienen mucho de especulación. Sabemos que la tripulación hizo todo lo posible para advertir a otros barcos de la tragedia, e incluso se utilizó el reflector de señales para emitir un mensaje en código morse porque varios pasajeros aseguraban haber visto la luz de un barco no muy distante.

«A partir de este momento, que cada cual haga lo que pueda»

«A partir de este momento, que cada cual haga lo que pueda». Dicho lo cual, hizo cuanto pudo y nada más se supo de él. No importan las razones de su comportamiento, si hubo cobardía o simple coherencia. Es la ley del mar: un capitán debe hundirse con su barco.



A las dos y cinco de la madrugada se arrió el último bote
En menos de media hora, más de mil personas iban a morir, sabiendo que no podían hacer nada por evitarlo. En ese espacio de tiempo debieron de vivirse escenas de un espanto inimaginable, del que carecemos de testimonios. Por ello resulta del todo incomprensible que el cineasta James Cameron tuviera la inexcusable osadía (por la que tuvo que pedir perdón y saldar cuentas con la familia) de mostrar en su película sobre el Titanic que uno de los oficiales se había suicidado tras matar a un pasajero que trataba de subirse a una de las barcas, un chisme sin el menor fundamento. Nunca se pudo establecer el origen de los disparos que algunos supervivientes decían haber escuchado, posiblemente sonidos lejanos que tomaron como detonaciones. En todo caso, no es razonable pensar que uno de los encargados de salvar vidas se dedicase justo a lo contrario, por no mencionar que es mucho especular que alguien viera aquello y sobreviviera para narrarlo.

A las 2:18 el casco del Titanic se partió
A las dos y dieciocho minutos de la madrugada, el casco del Titanic se partió cerca de su zona central, un dato que quedó inexplicablemente borrado de la historia hasta que se halló su pecio y se pudo reconstruir la muerte del titán. Un minuto después, la proa se hundió en el océano y la popa, arrastrada por la proa, casi alcanzó la verticalidad completa. Mientras, cientos de personas se aferraban a lo que fuese con el propósito de sobrevivir, con el único resultado de alargar un poco más su terrible agonía.


Héroes y villanos
Destacar o señalar con dedo acusador el comportamiento de cualquiera de las personas que se encontraban a bordo es muy arriesgado. Se debe recordar que todos esos datos provienen de supervivientes, de gente que abandonó el barco antes de que el pánico y la muerte cercasen a los que no pudieron escapar. Se registraron actuaciones heroicas y comportamientos más que reprobables. Hubo quien se negó a subir a las barcas sin la persona amada, quien se vistió de mujer para que le dejaran entrar en el grupo de los que podrían salvarse y quien prefirió mirar y hasta degustar un buen brandy en vez de ayudar –demostrando que la categoría de gentleman no pasa por actuar caballerosamente con quien lo necesita–. Cientos de relatos sobre esas dos horas y media de angustia prueban lo inescrutable de la condición humana.


De los tres principales responsables del Titanic que iban a bordo –el propietario, el ingeniero y el capitán–, sólo Ismay salvó su vida. El precio que pagó fue enorme: el resto de su existencia quedó amortajado por la repulsa ante lo que se consideró una muestra soberana de cobardía. Sin embargo, no hay una sola prueba de que Ismay hiciera algo diferente de lo que hicieron otros hombres. Los testigos afirmaron que ayudó a subir a la gente a los botes y, cuando ya no quedaba nadie alrededor, simplemente se metió en una lancha. No apeló a su condición de dueño del barco ni amenazó con represalias si no lo dejaban embarcar. Sólo fue partícipe de una de las muchas ceremonias de la confusión y el miedo que entonces se sucedieron.

En cuanto a Thomas Andrews, desapareció tras hacer todo lo posible y hasta lo imposible para sacar al mayor número de pasajeros del voraz engendro que había creado. Si Ismay se convirtió en el villano, Andrews sería recordado como el héroe. Si el Titanic estaba rasgado, su diseñador estaba hecho pedazos, pero lo bastante entero como para seguir atento a cualquier detalle que pudiera solucionar, aunque en ese momento ya no hubiera ninguna solución a lo inevitable. Muchos aseguraban que lo vieron por última vez poniendo en hora un reloj en uno de los salones, y esa imagen final es la que ha perdurado. Poco después se perdió en el interior de su criatura, a esperar que fuera ella quien acabara con su vida.

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